viernes, 11 de octubre de 2013

el por male

El era escapista: se dedicaba a desaparecer por minutos que se semejaban (en tiempo) a los primeros besos entre cocodrilos. 
Y como no hacerlo si sus pies eran de niebla.
Habitaba en muchos lados al mismo tiempo, yo me acuerdo que su esófago era de luna, sus riñones de girasol y sus pulmones mariposas. (todavía si cierro los ojos puedo ver los pescaditos fosforecentes que el se tragaba, iluminándonos en las largas noches de cantatas) 
El era ausente de profesión. Nosotras nos volvíamos locas por su fugacidad y buscábamos su rió en nuestra sonrisa…A veces cuando nos enojábamos nos dedicábamos a encontrar su miedo en los termómetros, sus secretos en la lluvia. Pero el siempre nos ganaba de mano y era ahí cuando se aparecía de lo más simpático para hacernos perder en su cerebro de terciopelo que nos chupaba el tiempo como pulpo aburrido, pasábamos días sumergidas en el mar de su panza, jugando a ser otras.
Pero siempre se nos iba y nos dejaba como ovejas descarriadas, como ovejas temblorosas llorando serpientes de la bronca que nos daba tener que resignarnos a la vida cotidiana nuevamente.
Los días se sucedían así cual montaña rusa y nosotras sabíamos gritarlos.

El volvia a construirse todas las veces como galaxia y sin saberlo terminábamos siempre encerradas en su corazón de instantánea.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario