martes, 11 de marzo de 2014

por chules

De mi primera vez solo me acuerdo su bóxer de river
Y que era domingo
Y día del padre
Y yo pensaba, si mi viejo supiera que a su hija mayor se la está por coger un pibito de river. Mi viejo, bostero hasta la médula.
Me acuerdo que yo quería estar ahí, pero quería salir corriendo. Tenía miedo, las sábanas eran muy sábanas y todo indicaba que pronto iba a terminar... Y yo como que quería que no se acabara nunca, yo como que estaba en ese estado en el que se está cuando mucho no estas. Porque cuando estas, no importa cuando se acaba, ni si se acaba, importa estar.
De mi primera vez sólo me acuerdo su bóxer de river. Y que tocarle la pija me impresionó, porque era dura. Posta. Se suponía que sabía de que se trataba, pero cuando la toque y estaba dura, recién ahí caí. Ah, ahora vamos a coger...
Lo bueno es que el fingía saber lo que hacia, aunque ansioso, histriónico, no tenía miedo. Y yo que tantas veces necesito poner en palabras lo que siento, ese día, por primera vez entendí, que hay cosas, que no tienen lugar en el discurso, que hay estados que subliman las palabras, y que cada vez que queremos anclarlos, destruimos su magia.
El instante en que quiso penetrarme me dio miedo. Pero ahí estaban sus manos, las de siempre. De pronto la danza torpe de la primera vez, que te gusta, pero te duele, que te deja con ganas de más, pero como extrañada, diferente. Yo fantaseaba con que ahora algo compartía con el resto del mundo, con que a partir de ahora podría entender muchas cosas. Pensaba que se me iba a notar, que todos los que cogían iban a saber que, ahora, yo también cogía.
Pesada la culpa de las mujeres de mi familia, no le conté a nadie, ni a mis amigas. Cuando se enteró el papa de mi novio, me abrazo, me pregunto como me sentía, me dijo las palabras que habría esperado de mi vieja.
Y entonces me envalentoné y le conté a mi mama, ya nos visualizaba en ese abrazo contracción que te da vida. Pero ella no me abrazo. No.
Se enojó. Se enojó, se decepciono y me dijo: cuídate, no vaya a ser cosa que quedes embarazada.
Durante un tiempo me culpé por haber elegido un mal momento para contarle. Mi mamá estaba justo preparando una ensalada, cortaba lechuga, cortaba, cortaba, cortaba, shrk, shrk, shrk... Mama, tuve mi primera vez.
Shrk, shrk, shrk, shrk.
Bueno, cuídate, no vaya a ser cosa que quedes embarazada. Shrk, shrk, shrk.
A mi mama no le importaba que yo quedara embarazada y pudiera abortar. A mi mama no le importaba que yo pariera un hijo no deseado. A mi mama no le importaba que ese hijo tuviese una madre niña. A mi mama, sólo le importaba la opinión de la familia y vecinos, sobre la hija adolescente embarazada.
Comprendí muchas otras cosas el día en que cogí por primera vez. Comprendí que el patriarcado nos aplasta y que lo alimentamos cada día. Quizás, por eso, no pudo mi vieja levantar la vista de la ensalada esa tarde.
Comprendí que muchos padres son madres, padres, hijos y dioses y que sólo tienen que ser honestos con ellos para serlo con sus hijos.
Comprendí que mis mujeres, a pesar de haber cogido ya hacia muchos años, no sabían lo que era el sexo.
Comprendí que la preocupación por un bóxer en el medio de un rito de pasaje es una defensa contra el monstruo que no podes ver.
Comprendí que mi papa no se habría decepcionado si yo le hubiese contado. Probablemente me habría abrazado. Probablemente me habría dicho que mejor consiguiera un bostero, pero que si este me gustaba estaba bien. Probablemente me habría ayudado a entender a mi mama,
y su machismo,
y sus culpas,
Y sus pesos, tan míos.
De mi primera vez solo me acuerdo su bóxer de river
Y yo, que era de boca, y callaba.

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