Ayer la calor era tal que viviamos en una realidad paralela donde la gente se comunicaba solo con metaforas.
Delia y yo no entendiamos nada, pero no nos alarmabamos porque marta, nuestra vecina, habia pasado por un periodo escupe-versos el verano pasado. Se trataba, nos parecía, de una enfermedad cada vez más comun en las ciudades con altas temperaturas o al menos eso suponiamos.
Sabiendonos los sanos, nos costaba seguir el ritmo de tantas composiciones y meta significados...conversar nos era imposible: cuando los infectados escuchaban nuestras oraciones tan coherentes y literales se maravillaban, pero al rato dejaban de prestarnos atención y expandían sus alas por esos otros mundos que eran capaces de visitar con la palabra.
Nosotros sabiamos que de nuestro lado estaba la moral, la normalidad, la salud, pero aun así secretamente envidiabamos ese poder, que nos resultaba tan ajeno y complejo, tan infimo y efimero.
Imaginense entonces el alegron que nos pegamos con mi esposa, cuando las gotitas de sudor que nos recorrian el cuerpo se convirtieron en letras, lo a gusto que nos sentimos cuando acumuladas en la piel comenzaron a formar palabras, oraciones, poemas. Delia extasiada, comenzo a leer las palabras que se acumulaban en mis brazos y yo las de sus piernas, todo lo jamás dicho, lo nunca esbozado, la lista de las cosas que habiamos visto en sueños y jamas encontrado...
Imaginense nuestro alegron entonces, cuando los infectados comenzaron a rodearnos y a turnarse para leernos, a gritos pelados, lo que nos afloraba del alma.
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