martes, 28 de enero de 2014

Los alambres del poder por morocha

El poder es eso que se concentra en una cúpula lejana, invisible, acustizada, inalcanzable para la mayoría de los mortales de esta patria capitalista. El poder es también eso, encarnado en un número limitado de mercenarios con mayor o menor habilidad literaria. Es un concierto de obras teatrales balbuceando estupideces a destiempo, arrojándose sobre el cuerpo la representatividad de un roto, disputándose con otros más embarrados, más enmohecidos, carcomidos, sin entrañas.
Si, el poder es todo eso pero no solo.
El poder es esa articulación de mundos atados con alambre sosteniendo por lo bajo esa red de miseria y miserables cuyo envoltorio es el estado. Hoy, nos dicen “el estado somos todos”. SI y me avergüenza.
El estado somos todo eso que permite que agachemos la cabeza, que miremos a otro lado conformados, que toleremos la muerte de casi todos y la opulencia de casi nadie. El estado somos todo eso que permite que unas voces pesen por el peso de su alambre y el control de La Alumbrera. El estado es esa máquina de producir mierda, autorizada por la ley, que es él.
Pero ese es solo el programa de mayor rating que te ofrece el poder.
El poder es esa satisfacción que te recorre los huesos cuando matás a una cucaracha.
Es ese corte de pelo que te pone una vaya de un metro y medio de distancia.
Es un escote inoportuno en los jardines de tu monogamia.
El poder es un gendarme constipado en estado de alerta permanente señalándote entre el rabillo y el dedo “no te vayas a cagar, para eso estoy yo”
El poder es ese puente de identidades entre tu documento y vos, ese puente que tal vez tardes toda la vida en destruir y nada te asegura que lo logres.
El poder es esa batalla que probablemente no termine en ninguna parte y mientras tanto nos mantiene entretenidos para que una manga de mercenarios nos expropien los alambres:
En la cúpula de tu mente, de tu familia, de tu novia, de la empresa donde trabajas, del baño donde cagas, de la escuela donde aprendiste a ausentarte, de la cama donde te masturbas o te ofreces como un juguete a nadie.ES el supermercado de voces donde te vendes, por sos una mercancía más, sos un bien intercambiable, un número en las estadísticas. Sos un cuerpo lleno de rejas por el que vas a pagar impuestos toda tu vida.
El poder es eso que te hace sonreir en soledad y aun así disimulás, porque crees que siempre va a haber alguien más muerto que vos, entre los alambres.

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