miércoles, 20 de noviembre de 2013

Cuando llueve por male

Cada vez que llueve, nos acomodamos en el patio: con nuestros pilotos y paraguas regalados por abuelas preocupadas, nos sentamos en fila india y miramos al cielo,miramos la caída de las gotas despechadas, gotas-que-no-son-puro-plaf-mira-como-te-mojo, gotas-que-no-son-pura-pasión-y-me-estrello-contra-vos-piso. No, gotas que son recelosas, que se brindan dosificadas para no lastimar, gotas que fueron traicionadas, atajadas por paragüas, interceptadas por techos tantas veces...que tienen miedo de fundirse con el piso.
Mi tío, las reconoce desde abajo, 
porqueesmuyinteligenteysabemuchascosascomoporejemploreconocergotasdespechadas
y entonces les tiende su saco en el piso del patio para que no se mojen el vestido, les tiende el saco para que no se ahoguen en su propio charquito de miedos y así ellas caen y lo dejan lleno de puntitos y lo dejan todo mojado y mi tío se pone el saco y sonríe porque
es feliz.
y mi abuela que lo ve por la ventana protesta y va preparando té.
De mientras,
el
nos dice
bajito
que ahora
esas gotitas
creen en el amor.

Nosotros miramos encantados
y en la escuela cuando todos comentan sobre la lluvia y la ropa mojada y las narices goteantes,
nos sabemos cómplices y callamos nuestra verdad familiar.
Porque tener un tío
enamorado de la lluvia
no es cosa para andar contando en la escuela.

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